NOCHE POÉTICA
Fundación de Poetas Vallecaucanos
La invitación
La invitación
*** 18 de junio, 2015, Cali, 6:00 PM
--- NOCHE POÉTICA. Fundación de Poetas Vallecaucanos. ¡20 años!. Poetas invitados: Rafael Escobar De Andreis, Armando Ibarra Racines y Gabriel Ruiz Arbeláez. Invita: Fundación de Poetas Vallecaucanos, ¡20 años!, con el apoyo del Centro Cultural Comfandi. Lugar: AUDITORIO, Primer piso, Centro Cultural Comfandi, Calle 8 No. 6-23. Copa de vino. Entrada libre. Parqueadero en sótanos.
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DESARROLLO DEL EVENTO
NTC ... CUBRIMIENTO
LA MESA
INTERVENCIONES
Amparo Romero Vásquez
interviene
interviene
interviene
"A manera de presentación" *
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VIDEO: http://youtu.be/z0POCVRNN0g
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interviene
VIDEO: http://youtu.be/Lo1Mylfi8LE
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TEXTOS de TODAS LAS INTERVENCIONES
NTC ...Edición digital-virtual en tres nubes
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El mar
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VIDEO: http://youtu.be/lX1JnjjUl_c
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FOTOGRAFÍAS ( 150)
NTC ... ÁLBUM
Todas las fotografías en:
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Fotografías y
grabaciones: María Isabel Casas
R. , http://ntcblog.blogspot.com/2010_05_31_archive.html
,
de NTC
… , Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali,
Colombia.
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TEXTOS.
Esa sílaba que era el mundo
Por Amparo
Romero Vásquez
Tengo un mundo
de amigos dentro de mí.
Fernando Pessoa
Mirar a
través de las palabras, observar mientras hay hilos que le dan forma a cada
paso, sentir que el otro se esfuma en las paredes llenas de objetos, que los
cercos se rompen para que un astro se aposente donde no existe ningún punto que
pueda ser el límite. Se escribe y hay
una voracidad que obliga a soltar amarras, a ser la gota de sudor que se
desprende del cielo raso, la gota de sudor que cae y abre un agujero enorme como un
paréntesis.
¿Cómo
esclarecer si la palabra es un vacío, o si es honda o si la palabra como ritual
del silencio es el umbral donde termina
el sueño?
Cada vez que se escribe cada quien se juega su
túnica, quema su entraña. Quizás se escriba con la intención de no perder el
alma y el alma muy seguramente se pierde en la noche que crece en lo inagotable
de la página. Pessoa decía: que hay venenos necesarios -que escribir
significa extraviarse- el no regreso.
Esa
niebla que se devora los árboles tocará mis pies en este descifrar el
rumbo de los tres barcos que se desvían
y se encuentran en esa interrogación de la que hablaba Fernando
Pessoa. Se intenta regresar, reconocer una piel, el olor de un cardumen, el
exilio como la presencia de un parpadeo, como ese juego que descubre que está
prohibido sonreír, inventarse una espora, una habitación llena de pájaros disecados
y lagartijas de ojos brillantes. Una habitación llena de niños que ni en el
vientre de sus madres tienen agua pura para lavar sus manos que vienen marcadas
por el residuo de las bombas.
Una
brújula: cada cuerpo y cada barco.
Retorno
al punto de partida. Desde la creación nada calla, nada descansa, nada es tan
simple como una brújula y sin embargo la brújula anticipa el gran misterio, lo
balsámico que es el asombro. Señala el rumbo de las olas, ese incendio que
desciende entre un alud de piedra y de ceniza. Centellea el sol a medianoche,
el día se hace una tormenta y la negrura de la guerra: ajenjo que habita lo
perpetuo. Nadie vela la tristeza de las canoas que bajan por el río. No se
conoce la ternura, sólo ladridos espantando los rezos.
Alguien
dice que todo se convierte en una simpleza, que regresamos de la infancia y ya
no somos los bellos durmientes, no somos las bocas que crearon esa sílaba que
era el mundo, tampoco las manos que
tocaron el mar y se hicieron el corazón de los peces, barcas que eran labios,
quillas solitarias bajo la voz del agua. Ahora en el vacío nos hundimos, somos
una danza roja, seres que buscan el
yodo, la sal de la herrumbre.
Armando, Rafael y Gabriel no estoy creando ángeles o
terribles demonios, ustedes son los tres
barcos, los tres caballos de mar, los
tres océanos. Cien veces han visto el paraíso, cien veces ha naufragado y han
emprendido ese viaje hacía cualquier parte, y pese a todo su temblor cotidiano,
sus cosas imposibles y todo lo posible, sus andanzas, sus premisas, su primer
destierro donde quizás perdieron la inocencia, lo demasiado hermoso que es el
hastío.
Sus
impresiones diarias y su sello ocupan un espacio decisivo en sus vidas, en la
literatura de una ciudad donde dicen que no pasa nada, que nadie arriesga, que
todo es un olvido blanco como el universo entero. Cada uno en su viaje, en su
búsqueda, en su lucidez como un cristal insomne, en su experiencia interior que
señala el luminoso caracol donde el
poeta guarda silencio en ese dulce
veneno que es su propia carne.
Entre las cuatro garras que engendran cada
uno de los puntos cardinales se hielan las aguas para ver de dónde llega
el viento. Ustedes son ese viento, su propio ser.
Amparo Romero Vásquez
Santiago de Cali
VI-18-2015
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* A MANERA DE PRESENTACIÓN
Por RAFAEL ESCOBAR DE ANDREIS
Un análisis de una obra poética es en cierta forma
quitarle la libertad al lector para que la interprete como le dé la gana.
Las presentaciones son generalmente elogios de un autor,
cuando las palmas debe lucirlas, realmente, un texto. Y si este es incapaz de
lucir los laureles, qué más da. Nadie podría salvarlo, ni el más erudito en tan
intangible materia.
Uno a veces se preocupa porque no tocaron a su puerta
para incluirlo en una Antología, luego comprende que todo, y más en nuestro
medio, es producto de los “amiguismos”, eso que funciona hasta en los altos
Magistrados: yo te elijo, tú me elijes. Y solo cito lo de las Antologías como
ejemplo, también suele suceder en los Concursos.
También es posible que nuestro trabajo no alcance a
superar los requisitos que se exigen. Es la ley de las posibilidades y por qué
no decirlo, de las capacidades. Uno no escribe lo que quiere sino lo que puede.
Aprovecho para agradecer en nombre de todos a Amparo
Romero y demás miembros de la Fundación de Poetas Vallecaucanos por brindarnos
este espacio, felicitarlos por sus “Veinte años” y rescatar que este ha sido
siempre un espacio abierto a todas las voces.
Por lo demás nunca enseño en los talleres que busquen a
toda costa el triunfo ni que se afanen en publicar, lo que realmente cuenta es
que uno tenga la necesidad de escribir, más allá de halagos y lisonjas. Algo
así le decía Rilke a su discípulo epistolar.
Sobre lo de publicar, el gran aforista Lichtenberg tiene
una frase: “En vida publicó ocho libros, hubiera sido mejor que tuviera ocho
hijos y hubiera sembrado ocho árboles”.
Y sobre eso que llaman triunfo me topé con una cita de
Stevenson: “No se trata de triunfar sino de seguir fracasando con entusiasmo”.
Les presentamos entonces tres visiones del mundo,
eventualmente tenemos puntos de convergencia y algunas veces, como es natural, nos
separamos para mostrar un modo particular de contemplarnos en el mundo y el
mundo en nosotros.
¿Acaso necesita un lector más preámbulos?
RAFAEL ESCOBAR DE ANDREIS
18 de junio de 2015
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EL INACABABLE DON DE LA PALABRA
Gabriel Ruiz Arbeláez , Ciro Edgardo Cortés, Armando Ibarra Racines y Rafael Escobar De Andreis.
Foto: MIC, de NTC ...
Foto: MIC, de NTC ...
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
La poeta Amparo Romero en el suntuoso presentación del
recital de cada mes que este año conmemora los 20 años de trabajo, trajo a la
imaginación la frase feliz escribir es
perderse del poeta portugués Fernando Pessoa. Allí estaban en la Mesa los
amigos Gabriel Ruiz Arbeláez, Armando Ibarra Racines y Rafael Escobar de
Andreis como invitados a demostrar la verdad de esta frase.
Pessoa, esa lumbrera que siempre quiso esconder su cara
entre seudónimos y su ortónimo, definió el oficio de quien amaba más que la
pera, la carne o la manzana comer palabras y ser comido por ellas. Escribió
poesía, cuentos, ensayos y todo el Libro del desasosiego en que suelta esa
perla verbal que soslaya este comentario.
Escribir es un abismo en el que alguien se asoma y decide
lanzarse en su vórtice y sin alas. Como Ícaro, al revés. No hay límite en ese
Hades o laberinto oscuro, sin nubes ni gaviotas. Solo los guácharos ciegos habitan
en las cuevas con las tarántulas que escriben también con sus patotas en la
caverna. Una vez en el azogue de la caída el escritor suda en el vuelo y
regurgita y mira azorado como águila en estertor.
Las palabras, entonces, danzan a su alrededor y aparecen
como ensalmos nítidos. Acuden como otros pájaros a cantarle al oído toda suerte
de insanias y trinos nunca oídos. Entre más baje al averno y se aleje de la
vacuidad de lo terreno más se perderá en la felicidad de la palabra. Como un
ave prehistórica, volará como en la película Avatar con ojos sin freno y
deseará no volver atrás en su viaje por fecundos laberintos.
Perderse no es morir, ni es una desgracia para quien
escribe. Todo lo contrario, perderse de lo cotidiano, de la noticia ya
conocida, de la grosería de los lugares repetidos, es encontrar el camino de la
Iluminación y la cordura.
Perderse, también, es dejarse comer por las palabras hasta
sumergirse en la muerte de la superficialidad. Es no volver a encontrar la
entrada y quedarse perdido para siempre en la región-oasis de donde nunca debió
salir.
Quien ha mordido la palabra y probado la exquisitez de su
desnudez no tiene a qué volver a vivir en la mesura de la procacidad y la
apariencia.
Escribir, entonces, será como montar en un potrillo en
Nuquí, junto a Gabriel y su búho luminoso a levitar sobre la tranquilidad de la
alta ola o a mirar con catalejos como Rafael a la niña oriental que tapaba los
ojos de su muñeca para que no viera la crueldad de la guerra y los odios del
humano.
Gracias, Fundación de Poetas Vallecaucanos por estos 20 años
de palabras, de platos con especias y crustáceos, de noches y abismos sin
regreso.
20-06-15 10:59
a.m.
..
http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
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